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Atrapados entre el trauma del 17-A y la alcaldesa ‘ultra’: el hartazgo de los musulmanes de Ripoll | Elecciones en Cataluña 12-M


De camino al colegio donde estudian sus hijas, Brahim (37 años) se detiene frente a un tablón electoral del 12-M en Ripoll (Girona), el municipio de 11.000 habitantes que, a su pesar, se ha convertido en banco de pruebas de la ultraderecha independentista que representa Aliança Catalana. Brahim es de origen marroquí pero tiene la nacionalidad española, por lo que podrá votar en las autonómicas. “No voy a darle mi voto a un partido racista que está contra los musulmanes”, afirma junto a un cartel que, con el lema Salvem Catalunya, muestra a la líder del partido, Sílvia Orriols, de brazos cruzados y mirando a cámara.

Desde que Orriols alcanzó la alcaldía en las municipales del año pasado (1.401 votos, seis concejales, 31% de los sufragios), la vida se ha vuelto más sombría en Ripoll para los extranjeros y, en particular, para musulmanes como Brahim. El desprecio al colectivo que emana desde la sede de la Comtal Vila de Ripoll ha calado. “No conozco a nadie que quiera irse porque, con suerte, en tres años esta señora no estará aquí. Pero el ambiente se ha enrarecido, sobre todo por los problemas que pone la administración”, dice sobre las maniobras de la alcaldesa para entorpecer el empadronamiento de extranjeros.

Junto a la parada de autobús se encuentra Khadija (50 años), que lleva más de dos décadas en Ripoll pero no es española y no podrá votar. “Pero mis hijos sí”, sonríe. Al otro lado de la carretera que lleva al centro del pueblo está aparcada, en zona de carga y descarga, una furgoneta de Aliança que llevará a simpatizantes a un mitin del partido en Barcelona. La casualidad quiere que la rebase, mientras habla Khadija, otra furgoneta, de la empresa Telefurgo, idéntica a la que Younes Abouyaaqoub, un joven de Ripoll, usó para arrollar a decenas de personas en la Rambla de Barcelona el 17 de agosto de 2017. “El ayuntamiento nos pone problemas para gestionar papeles, pero la convivencia con los vecinos no ha empeorado”, añade ajena a esa circunstancia.

Furgoneta de Aliança Catalana aparcada en Ripoll que espera para llevar militantes a un acto de partido en Barcelona.
Furgoneta de Aliança Catalana aparcada en Ripoll que espera para llevar militantes a un acto de partido en Barcelona.
Albert Garcia

Khadija, que nació en un pequeño pueblo del Atlas marroquí, luce hiyab, la prenda islámica que irrita a Orriols y que ha desatado la última polémica en un municipio donde se percibe el hartazgo de saberse siempre en el foco. Primero, por haber sido el lugar de nacimiento de Younes y de los otros autores de los atentados del 17-A en Barcelona y Cambrils, que dejaron 16 muertos y abrieron una herida que todavía no ha curado en el pueblo. Y después, por haber alumbrado a la primera alcaldesa independentista de ultraderecha.

Orriols, candidata de Aliança a la presidencia de la Generalitat, ha vetado el cartel ganador de la fiesta mayor del pueblo, la de Sant Eudald, que acaba precisamente el 12 de mayo. El dibujo muestra rostros y cuerpos de colores chillones (naranjas, rosas, rojos, azules) que bailan y lo pasan bien. En una esquina, se ve a una muchacha que se abraza a otra y que lleva velo islámico. La alcaldesa censuró la obra para “no normalizar la misoginia islámica”. Pero la decisión no ha gustado ni siquiera a algunos de los suyos. Surcado por el río Ter y encajado entre montañas, Ripoll es un pueblo apegado a la tradición. Y la tradición manda que el voto popular, a través de la comisión de fiestas, decide el cartel ganador.

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Como ocurre a menudo, la censura ha dado a la obra una popularidad inesperada. Los vecinos se han organizado a través de WhatsApp y muchos establecimientos del casco histórico la exhiben. La librería Lluerna se ha sumado a la iniciativa y vende el cartel por 12 euros; la mitad de lo recaudado se destinará a SOS Racismo. “Ante un acto de censura pura, la gente se ha ofendido. Franco al menos tenía a un equipo de asesores para censurar; esta señora lo hace sola”, ironiza Carme Brugarola, vecina de Ripoll, escritora y activista contra el fascismo. “La ultraderecha provoca y, aunque la gente se comporta de forma civilizada, hay cierto nerviosismo en la población musulmana”, dice Brugarola, que ha contribuido a la creación de la Asociación Juvenil Marroquí del Ripollès.

El cartel ganador, en el que se ve a una muchacha con 'hiyab', que ha sido censurado por la alcaldesa.
El cartel ganador, en el que se ve a una muchacha con ‘hiyab’, que ha sido censurado por la alcaldesa.

Albert Garcia

“Señala a los musulmanes”

Omar (29 años) es el secretario de una entidad laica que busca combatir los bulos sobre la comunidad musulmana, denunciar la islamofobia y “ayudar a los inmigrantes y a sus hijos en todo lo que necesiten”. “La alcaldesa señala continuamente a los musulmanes y hay mucha gente preocupada por su libertad de expresión y de culto”, cuenta el hombre, que cursa estudios de automatización y lleva año y medio viviendo en Ripoll, donde también tuvo que esperar el plazo máximo para poder empadronarse.

La asociación laica convive con entidades religiosas más veteranas, como la comunidad islámica Annour. Su presidente, Ali Yassine, vive desde hace 18 años en Ripoll: “Desde que el Gobierno le dio un toque [a la alcaldesa] por el padrón, la cosa se ha calmado. Esto es un pueblo y vivimos tranquilos”. Yassine denuncia que los “discursos radicales contra los musulmanes” de Orriols son una forma de obtener apoyos y llegar al Parlament, “como ya hizo con la alcaldía”. “Dijo”, añade, “que iba a cerrar el oratorio y no lo ha hecho; no puede hacerlo”.

Una mujer cruza un puente sobre el río Ter en Ripoll junto a su hija.
Una mujer cruza un puente sobre el río Ter en Ripoll junto a su hija.

Albert Garcia

Abdelbaki Es Satty fue el imán de la mezquita Annour y, también, el hombre que manipuló a un grupo de chavales de Ripoll hasta convencerlos de que debían cometer un atentado en nombre de Alá. Los ataques del 17 de agosto de 2017 causaron perplejidad. La población se movilizó en direcciones opuestas: quienes pretendían restañar la convivencia y quienes deseaban hurgar en la herida. En las municipales de 2019, Orriols se convirtió en concejal (503 votos con Front Nacional Català). Desde esa tribuna, explotó a su favor el trauma de los atentados y señaló a los musulmanes para sumar apoyos hasta convertirse, con Aliança, en la fuerza más votada.

Pocos desean hablar abiertamente en Ripoll de los atentados o de la alcaldesa. En especial los musulmanes, cansados de estar siempre atrapados entre dos circunstancias que les han perjudicado. Temen, además, que cualquier cosa que digan sirva solo para fortalecer a Orriols. “La islamofobia ha provocado que la comunidad musulmana se cierre más aún, porque se siente atacada”, lamenta Enric Pérez Casas, concejal del PSC. Como otros, apunta que en Ripoll se produjo “la tormenta perfecta” para que un partido como Aliança llegase al poder: a la hábil utilización del 17-A se unió una caída estrepitosa de Junts (después de tres mandatos) y la incapacidad del resto de partidos para levantar un muro de contención frente a la ultraderecha.

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