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Autobús, futbolines, selfis y bocadillos: Puigdemont pone a prueba el fervor de sus incondicionales | Elecciones en Cataluña 12-M


Media docena de futbolines, unas dianas para poner a prueba la puntería lanzando unos dardos, música enlatada y un par de furgonetas que venden bocadillos de pechuga de pollo a 8 euros es el plan de entretenimiento que ofrece el equipo de campaña de Carles Puigdemont a aquellos que pasan horas en la carretera para ver en directo los mítines que oficia en Argèles-sur-Mer (Francia). La agenda es apretada: viaje, mitin, aplauso, y de vuelta a casa. “No damos ni bocatas gratis”, subrayan distintas voces de la candidatura, cada vez que el pabellón roza el lleno. Nunca tanto como este sábado, en el acto central de campaña. Más de 3.000 personas se desplazaron, y más de la mitad se tuvieron que quedar fuera del recinto, para escuchar en directo el plan que aplicará Puigdemont si llega a ser el próximo president de la Generalitat: “Vamos a hacer lo que nos dé la gana, porque durante seis años y medio ya lo hemos hecho”, declaró ante sus incondicionales.

La campaña electoral que ha desplegado Puigdemont en Argelès-sur-Mer se ha convertido en una romería de incondicionales que peregrinan arriba y abajo de la autopista AP-7 para poder ver y aplaudir al líder, ante el desconcierto de muchos vecinos, que desconocen a qué se debe ese trajín diario en el pabellón municipal. El espacio polideportivo Jean Carrère, en homenaje a un célebre jugador de rugby que luego fue alcalde del pueblo, lleva 10 días decorado con cintas azules de “Puigdemont president” y se ha habilitado una fanzone en el aparcamiento para entretener a los simpatizantes de Junts per Catalunya que acuden a ver a Puigdemont. Algunos llegan a tener la posibilidad de hacerse una foto con el candidato. Hay que tener paciencia y guardar turno en una larga cola que se forma al final del mitin. Este sábado, atendiendo al gentío desplazado, el momento selfi se canceló.

Apenas al otro lado de la calle donde está el epicentro de Junts en Francia, el impacto del fenómeno Puigdemont es menor. Marc Cargol, un vecino de Perpiñán que este sábado esperaba a que su mujer terminara la jornada laboral en un camping, preguntaba: “¿Pero todo esto por qué es?”. Mientras, señalaba, extrañado, a los tenderetes de Junts. A un centenar de metros, Aida, la gerente del restaurante Auberge du bon vivant, afirmaba que tenía mesas libres para comer y se quejaba de la competencia de las food trucks (furgonetas donde se vende comida) contratadas por Junts per Catalunya. “Ofrezco un plato del día por 12,90 euros, y la gente se queda allí comiendo bocadillos”.

Seguidores de Puigdemont, este sábado en el acto electoral de Junts en Argeles de Sur Mer (Francia).
Seguidores de Puigdemont, este sábado en el acto electoral de Junts en Argeles de Sur Mer (Francia). massimiliano minocri

El expresidente catalán, que está a la espera que entre en vigor la ley de amnistía y se arriesgaría a ser detenido si entrara en España, es un hábil orador, aunque necesita poco empeño para poner en combustión a un público que acude a verlo con ganas de meneo. Argelès-sur-Mer está a apenas una treintena de kilómetros de la frontera de La Jonquera, lo que no evita que la mayoría de aquellos que acuden a ver los mítines de Puigdemont lleguen entumecidos tras un latoso viaje por carretera. La media de edad es alta. Este sábado, cuando el candidato interpeló directamente al auditorio, mandó un encargo en busca de cómplices para captar votos.: “Somos muchos, pero aún no somos bastantes. Hay gente que duda, los tenéis en vuestras casas. Son vuestros hijos, vuestros nietos”.

Puigdemont insiste en presentar las elecciones catalanas del 12 de mayo como un cara a cara entre él y Salvador Illa, y rellena sus intervenciones de requerimientos al público para que convenzan a los dudosos de su entorno de la necesidad de votar a Junts porque si no, dice, los socialistas tomarán la Generalitat y la pondrán al servicio del Gobierno. “No nos vamos a dejar mandar desde La Moncloa, los intereses de La Moncloa no van a pasar nunca por delante de los intereses de los catalanes”, exclama Puigdemont.

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Asistir en directo a un acto de promoción electoral no acostumbra a ser una fuente de emocionantes sorpresas y, cuando se ha llegado al ecuador de la campaña, presenciar un mitin otorga la capacidad de poder anticipar las frases, y las entonaciones, que se lanzan al vuelo como un anzuelo que persigue pescar aplausos. En el caso de Puigdemont, sus fieles le aplauden incluso cuando lo ven en una foto.

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