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Euroliga: Bocanada de aire para el Barcelona tras superar al Bayern | Baloncesto | Deportes


Euroliga jornada 32

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Kalinic e Ibaka pugnan por la pelota en el duelo Bayern-Barcelona.ANNA SZILAGYI (EFE)

Los batacazos que se pegó la semana pasada ante dos rivales directos, el Fenerbahçe y el Panathinaikos, dejaron al Barça grogui y noqueado, también en el alero, un fino alambre que puede suponer mucho, pues del segundo pasó al cuarto puesto, a un solo escalón de quedarse fuera de la zona noble y perder el factor cancha en las eliminatorias de playoff. El rival era el Bayern de Laso, equipo al que arrasó con un triunfo de 39 puntos en el encuentro de la primera vuelta, entonces en pañales y ahora con bajas notables como los pívots Booker y Brankovic, también el escolta Obst. Pero el Barça, que en Europa no funciona lejos del Palau -pues sumaba seis victorias por nueve derrotas hasta la fecha- no las tenía todas consigo. Y aunque disfrutó de un duelo plácido (llegó a tener una ventaja de 22 puntos) y se complicó la existencia en un último cuarto para olvidar, el equipo de Grimau hizo lo suficiente para superar al Bayern (79-87) y atornillarse en la élite, ahora que le queda medirse con el Maccabi, peleando por el puesto directo de playoff y no play-in y con el Asvel, que es el penúltimo.

Como si las dos bofetadas recientes pesaran en las cabezas y las muñecas de los jugadores del Barça, el comienzo del equipo fue un horror en lo ofensivo. Fallo de Vesely desde su posición fetiche de media distancia, pérdida de Laprovittola, error grotesco de Satoransky bajo el aro tras ganarse la posición y tapones a Vesely y Kalinic de un Ibaka que imponía su ley. Pero entendió el equipo azulgrana que a falta de tino había que poner intensidad, un ejercicio físico al que no le hizo ascos el Bayern y que resultó su condena, pues desde ahí, dese el físico y con las transiciones rápidas, el Barça se hizo grande: Vesely se marcó dos mates; Satoransky y Laprovittola se definieron desde la periferia; y Kalinic dio un clínic de cómo superar al rival con el cuerpeo. Bienvenido Barça, aliñado por la sugerente y magnética conexión de Ricky Rubio con Willy Hernangómez; un prólogo para sonreír (19-25) con solo Lucic e Ibaka empecinados en dictar lo contrario, los clavos al que agarrarse del Bayern.

Es el Barça un equipo imprevisible, que puede hacer un roto al más pintado y que puede tiritar ante un mindundi, que tiene baloncesto y banquillo, que tiene de todo con la llegada de Ricky Rubio, pero le falta consistencia y saber gobernar los partidos, alargar los momentos de lucidez, imponer su carácter. Nadie mejor que Parker para explicar las desconexiones, un jugador fabuloso que cuando tiene la tarde no hay quien le ponga freno, pero que en ocasiones parece estar en Chicago de barbacoa o vete tú a saber. En Alemania, en cualquier caso, tuvo una de esas noches de show, al menos en el segundo acto, bien escudado por la inspiración de Brizuela -que a cada encuentro pide más protagonismo- y los rebotes de Hernangómez, lo que sirvió para destrozar a un Bayern que se marchó al entreacto con la cabeza gacha (30-47).

Se refugió entonces el Bayern en Ibaka, capaz de hacer temblar al Barça por momentos, una versión que recordaba tiempos pretéritos, de esos en los que dejaba su huella en la NBA y la selección. Pero con él solo, además de con destellos puntuales (como de Weiler-Babb desde el extrarradio), no le alcanzaba al equipo alemán, que con cualquier contratiempo se hundía, reproches y malas caras, en ocasiones hasta desidia para desespero de un Laso que no se resignaba desde el área técnica. Más que nada porque perder significaba decir adiós a la temporada europea. Así, un poco más de Parker, algo de Laprovittola y sucesivas apariciones de Vesely bastaban para que el Barça jugara al fin un encuentro despreocupado, sin exigencias ni apuros, cómodo a más no poder. Por lo que afrontó el último capítulo con 19 puntos de ventaja. Parecía todo hecho. Pero con este Barça nunca se sabe, pues el Bayern llegó a ponerse a ocho puntos (72-80), aupado por Weiler-Babb e Ibaka, también por un Sylvain Francisco que siempre se crece en los momentos claves. Momentos de titubeo azulgrana, de encogimiento de hombros y de brazos, de que el aro se empequeñeciera de forma grotesca. Pero tal y como empezó el duelo, el Barça tiró de físico, de defensa y de garra, y con eso le valió para cerrar el duelo y, de paso, tomar una gigantesca bocanada de aire en la Euroliga. Más todavía si se atiende a la tabla, pues el Olympiacos superó al Partizán y sigue a un solo envite de arrebatarle la plaza a la espera del Fenerbahçe, que está a dos pero este viernes se las verá con el Alba de Berlín.

El Baskonia, por su parte, no fue capaz de decir ni pío ante el Anadolu Efes (97-76) y se complica su existencia en el play-in, ya solo con un triunfo de ventaja sobre los perseguidores (el propio Efes) y a dos del Partizán, Zalgiris y Olympia Milano. Siempre a remolque, el equipo se deshizo en el tercer acto (53-77), un hachazo terrible para el equipo de Dusko Ivanovic, que mira con algo más que recelo el escueto calendario que está por venir, pues irá al WiZink para batirse el cobre con el Madrid, el líder de los líderes, y por último visitará a la Virtus Bolonia, rival directo en su pugna.

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