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Mutua Madrid Open: Alcaraz, de vuelta, saca a pasear el revés | Tenis | Deportes


El tenis se ha convertido, más que nunca, en un permanente ejercicio de supervivencia en el que más allá de jugar mejor o peor, del mayor o menor talento que se tenga, se impone sortear cada aparición sin sustos, salvaguardando el físico como se pueda porque cada maniobra esconde una trampa y cada partido oculta un cepo. Así que Carlos Alcaraz, que venía tocado del brazo derecho —“pronador redondo”, antebrazo— y que tuvo que renunciar recientemente tanto a Montecarlo como a Barcelona, celebra y saluda a la grada de Madrid con una amplia sonrisa de felicidad: objetivo cumplido. El 6-2 y 6-1 (en 1h 07m) logrado en el estreno contra Alexander Shevchenko le concede tiempo, avala las buenas sensaciones de los entrenamientos y le guía hacia el cruce del domingo con Thiago Seyboth Wild, 63º del mundo y superior este viernes (doble 6-4) a Lorenzo Musetti.

“Ha sido un mes bastante duro, sobre todo por la incertidumbre de no saber cuándo iba a volver”, expone con la victoria en el bolsillo, la 12ª que encadena en el torneo madrileño, coronado las dos últimas ediciones. “Venía con muchas dudas aquí. Después del primer entrenamiento no sabía si iba a jugar y lo prioritario hoy era ver cómo encontraba. Sigo sin poder apretar con la como me gustaría, al cien por cien, pero termino con buenas sensaciones. Quería jugar suelto, hacia delante, y al final han sido muy buenas; un muy buen nivel a pesar de que venía sin ritmo. Así que supercontento”, resuelve el de El Palmar, aspirante a un tercer laurel consecutivo hasta ahora inédito. En cualquier caso, la prioridad inmediata es bien diferente, y hoy por hoy su pensamiento se concentra en reengancharse.

Y eso que llegaba con dudas. Irrumpe Alcaraz en la central de la Caja Mágica arrebatándole el servicio a Shevchenko, viniéndole a decir que aquí el que manda es él, que por mucha funda protectora que haya en ese brazo derecho y que por mucho que no compita desde Miami, finales de marzo, el ingenio se conserva intacto. Frota rápido la lámpara. De entrada, ya en el primer punto, una acometida a la red y acto seguido, un revés cruzado e inalcanzable. Señoras y señores, aquí está Carlitos otra vez. “Sorry, he’s my guy (es mi chico)”, se justifica la aficionada que celebra el golpe ganador con un grito que hacer volverse a toda la fila anterior, sobresaltada. Hace otra vez fresco, el cielo está encapotado y la pista va poblándose durante la primera pausa, sin registrarse el lleno.

Alcaraz, en suspensión, antes del inicio del partido.
Alcaraz, en suspensión, antes del inicio del partido.INMA FLORES

A falta de una derecha en plenas condiciones —revestida con una malla protectora y un refuerzo extra en la zona afectada—, Alcaraz disfruta con el reverso, una delicia cuando coge calor; signo inequívoco de una madurez acelerada en el juego, fuera de lo normal. Con él dicta y dispone, y abre trecho para afrontar con relativa paz esta comprometida apertura en el torneo. Araña así la segunda rotura, con el escobón, y despeja con arte la escasa maleza que interpone Shevchenko, agresivo este, con pundonor, pero sin herramientas suficientes para invertir mínimamente su suerte. Aplaude la grada, porque al fin y al cabo, hoy día probablemente no haya propuesta más sugerente ni atractiva que la del murciano, un joven compendio de imaginación.

Disfruta Alcaraz, con ganas de mambo, y goza con él Madrid. “¡Vamos paisano!”. “¡Viva Murcia!”. Gana metros, entra en pista, luce volea y va clavando los colmillos con fuerza. Shevchenko, de 23 años y 59º del mundo, reclama una bola que el juez da por buena. Pero ni por esas. Alcaraz se acerca al vallado para la supervisión y, dispuesto siempre a la interacción, canta el in a coro con los ocupantes, que asisten en el segundo parcial a un desarrollo similar, lineal pero muy entretenido. Made in Alcaraz. A poquito que aprieta, destiñe por completo al adversario, que pelea y encaja con resignación, pero sin cortar la hemorragia. En medio del monocromático registro actual, de los duelos resueltos a palos, su creatividad y sus variables son una bendición.

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