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Guerra cultural de Milei con Sánchez para tapar su desastre económico | España



En Argentina hay pocas cosas tan indiscutibles como el INDEC, el instituto público que ofrece las principales cifras económicas. Todos los sectores, a un lado y otro del arco parlamentario, respetan sus números. Una rápida incursión en su página web explica con mucha más claridad que cualquier análisis político por qué Javier Milei ha viajado a Madrid a dar la “batalla cultural” contra “los zurdos” (para él, casi toda la humanidad, no solo los progresistas, porque incluye allí a buena parte de la derecha moderada, la ONU, el FMI e incluso a los empresarios de Davos a los que ve entregados al socialismo). Y también por qué llamó “corrupta” a la mujer del líder democrático del país que está visitando, algo inédito en cualquier uso diplomático mínimo.

Argentina está en una profunda recesión económica, que el ajuste de Milei y el enorme aumento de precios que provocaron sus primeras medidas liberalizadoras no ha hecho sino empeorar. La inflación es del 8,8% mensual, 289% anual, 65% en lo que va de año, ya con Milei al frente. Y aun así él considera un éxito ese 8,8% mensual porque bajó sobre el mes anterior, en plena recesión y con el consumo muy ralentizado. La economía está cayendo al 3,2% anual. El índice de producción manufacturero se desploma a un ritmo del 21% anual. La construcción está cayendo al 42%.

Milei necesita hablar de batallas culturales contra “el socialismo”, enfrentarse a Sánchez, a cualquiera que represente al progresismo mundial, calentar a la derecha “contra los zurdos” a los que no se debe “conceder nada ni siquiera cuando parece que tienen razón”, según dijo en Vistalegre, porque su análisis económico no resiste el mínimo contraste con los datos. El presidente argentino sostiene entre grandes aplausos que el socialismo conduce a la pobreza y la muerte. Pero como para él el socialismo es todo, incluidos prácticamente todos los gobiernos de Europa, eso implicaría asumir que Europa va mucho peor que la Argentina de Milei o lo irá pronto. Algo difícil de defender con seriedad.

Argentina, además, no ha estado siempre, como viene a decir Milei, en manos de los que él llama “socialistas”, en realidad una amalgama de peronistas donde hay muchísima mezcla ideológica, incluida mucha derecha. Durante 10 años (1989-1999) tuvo al frente a Carlos Menem, que hizo políticas liberales de las que le gustan a Milei. De hecho, algunos de los que mandan ahora con Milei estuvieron en el equipo económico de Menem. Y el resultado fue que todo acabó estallando en 2001, corralito incluido. Y si vamos más atrás, la dictadura tuvo 7 años de neoliberalismo que dejó a la democracia de Alfonsin con 320% de inflación. Y después tuvo a Mauricio Macri (2015-2019), que apoya a Milei, y acabó en un rescate del FMI. Y después, sí, tuvo a los peronistas y se hundió aún más, y por eso Milei ganó las elecciones, en pleno desplome de credibilidad del Gobierno de Alberto Fernández. Por el contrario, las políticas que él define socialistas, con la ayuda de los fondos europeos, también anatema para Milei, tienen a España creciendo al 2,4%, con datos de empleo récord, una inflación anual del 3,3% y una producción industrial récord con beneficios empresariales disparados.

Milei ha roto todos los puentes. Algunos señalan que esto es una respuesta al ataque del ministro Óscar Puente. En realidad, el portavoz de Milei, Manuel Adorni, dio oficialmente por zanjada esa crisis después de un durísimo comunicado en el que el presidente argentino decía que Sánchez pone en peligro a las mujeres españolas al abrir paso a la inmigración ilegal. No parece, pues, probable que sea una reacción en diferido a Puente. Milei ya fue a Davos a acusar a los mayores capitalistas del mundo de entregarse al socialismo. Es un provocador, que vive de la tensión, y probablemente habría hecho lo mismo o algo muy parecido sin necesidad de que Puente hablara de su consumo de drogas, algo que en el Gobierno se vio como una metedura de pata y que el propio ministro admitió que si hubiera calculado su repercusión no lo habría dicho.

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El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, lee un comunicado de respuesta al ataque del presidente argentino Javier Milei contra Sánchez y su esposa.

Milei está en otra dimensión. No necesita ayuda ni excusa para provocar. Es su lugar natural, el que le ha dado el éxito, el mismo que le llevó a decir que el Papa argentino es “el representante del maligno en la tierra” y luego, una vez elegido, irse a Roma a abrazar a Jorge Mario Bergoglio. No hay límites en el mundo Milei. Todo da igual si funciona para generar atención y provocación, para ocupar todo el espacio mediático y dejar a la oposición desaparecida, como aprendieron todos sus herederos del gran maestro, Silvio Berlusconi. Y aun así, ni siquiera Berlusconi se habría atrevido a tanto en el extranjero. Sánchez, por el contrario, tragó quina en Roma al llamar “cara Giorgia” a Meloni para tratar de suavizar la tensión entre los dos gobiernos en las antípodas ideológicas. Y la propia Meloni, brutal en los mítines de Vox cuando aún era solo candidata, se cuida mucho de lanzarse directamente contra Sánchez para evitar una crisis diplomática como esta.

Milei parece, pues, encantado con esta batalla, a pesar de las consecuencias graves en dos países que no pueden permitirse el lujo de tener una crisis diplomática de este nivel con todas las interrelaciones que los cruzan. Sánchez también ha reaccionado con rapidez porque políticamente Milei y el cónclave ultraderechista en Vistalegre coloca el marco donde lo buscaba el presidente: en una batalla entre la ultraderecha, con sus formas brutales y su fondo de ruptura total de los consensos más básicos, y el modelo progresista que ha marcado la gestión de la crisis del covid en la UE. El más incómodo con la polémica parece el PP, que se niega a apoyar a Sánchez incluso cuando es atacado en España por un presidente extranjero ―muchos socialistas recuerdan a José Luis Rodríguez Zapatero defendiendo a José María Aznar frente a los ataques a Hugo Chávez en la cumbre iberoamericana del “por qué no te callas”― pero a la vez no quiere entrar en el marco que ha fijado Vox trayendo a Milei. La campaña europea está lanzada. La sesión en el Congreso el miércoles será muy relevante en este contexto. Pero ojo, nada es neutro, y la crisis diplomática tendrá consecuencias de fondo si alguien en Buenos Aires no decide arreglarla.

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