Milei tacha de “corrupta” a la esposa de Pedro Sánchez en la convención internacional de la ultraderecha en Madrid | España
Vox ha conseguido reunir este domingo en el Palacio de Vistalegre, en el madrileño barrio de Carabanchel, ante unas 10.000 personas, a lo más granado de las distintas familias de la ultraderecha europea, estadounidense y latinoamericana a tres semanas de las elecciones europeas del 9 de junio. Consciente de las disonancias y cacofonías que presenta el “coro” de sus aliados, como él mismo lo ha llamado, el líder de Vox, Santiago Abascal, ha subrayado que todos ellos (la extrema derecha francesa, laica y afín a Putin; los ultracatólicos polacos, enfrentados a Rusia; los trumpistas estadounidenses o los anarcocapitalistas argentinos) “comparten la misma amenaza” y tienen que “colaborar hombro con hombro” frente a un enemigo común: el socialismo.
Paradójicamente, la gran estrella del mitin preelectoral ha sido alguien que no se presenta a la cita con las urnas: el presidente argentino Javier Milei, recibido y aclamado como una estrella de rock por los asistentes. Como ya hizo el viernes, en su primer acto en España, Milei ha cargado contra el “maldito y cancerígeno socialismo”, al que ha acusado de asesinar “a 150 millones de seres humanos”, identificándolo con el estalinismo.
Sin embargo, no se ha limitado a la crítica ideológica, sino que ha arremetido personalmente contra el presidente Pedro Sánchez y ha tachado a su esposa, Begoña Gómez, de “corrupta”. “No saben qué tipo de sociedad y país puede producir el socialismo y qué calaña de gente atornillada en el poder y qué niveles de abuso puede llegar a generar. Aún cuando tenga la mujer corrupta, se ensucia y se tome cinco días para pensarlo”, ha dicho, aludiendo al periodo de reflexión que se tomó el jefe del Gobierno para decidir si continuaba en el cargo tras las denuncias contra su esposa. Santiago Abascal y los demás asistentes al mitin se han puesto en pie para ovacionarle.
Aunque ha improvisado el comentario, el presidente argentino ha sido consciente de la gravedad de sus palabras y, a continuación, ha añadido: “A la vista de las cosas que suelo decir, muchas veces recibo críticas de distintos actores del establishment. Me dicen: ‘Pero usted es un jefe de Estado ¿cómo hace esos estos comentarios de sus adversarios políticos? ¿cómo habla así de otros mandatarios internacionales?’ Yo les digo que la batalla cultural no es algo que uno toma o deja según convenga, sino que es un compromiso ineludible”.
Milei ha repetido que su país tenía la mayor renta per cápita del mundo a principios del siglo XX, una afirmación que discuten los historiadores, y ha atribuido su decadencia a la “justicia social”. “¡Basta de socialismo! ¡basta de hambre! ¡baste de pobreza!”, ha clamado, mientras se enredaba en un discurso económico cada vez más difícil de seguir por un público entregado. “¿Saben qué es lo mejor para los trabajadores? Que pacten contrato libremente con sus empleadores. ¿Qué es lo mejor para las mujeres? Dejar de tratarlas como víctimas que necesitan cuidados especiales. ¿Qué es lo mejor para el planeta? Dejar que el mercado encuentre las mejores soluciones”, ha dicho desechando de un plumazo los sindicatos, las leyes contra la violencia de género o las políticas de protección del medioambiente.
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La que se ha presentado como líder de la ultraderecha europea ha sido la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, quien ha intervenido en directo por videoconferencia y ha llamado a movilizarse “para cambiar la mayoría actual en el Parlamento europeo”. Meloni ha presumido de que partidos como Hermanos de Italia o Vox, de los que se dijo que serían irrelevantes, han ido ganando terreno y en las “decisivas” elecciones de junio “por primera vez podemos terminar con mayorías antinaturales”, en alusión al pacto entre populares, socialistas y liberales en Bruselas.
La primera ministra italiana ha calificado a la UE de “gigante burocrático” y ha pedido que se concentre en aquellas tareas en las que pueda aportar “valor añadido”, como la protección de las fronteras exteriores; al tiempo que presumía de haber reducido en un 62% la inmigración irregular con medidas como el confinamiento en Albania de los inmigrantes llegados a las costas italianas.
También la líder de la Agrupación Nacional, Marine Le Pen, a la que las encuestas dan la victoria en las elecciones europeas en Francia, ha cargado contra el proyecto europeo, acusando al presidente francés Emmanuel Macron, y a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, de querer imponer “un superestado europeo centralizado”. Pero la mayor parte de su discurso lo ha dedicado a la inmigración, que ha vinculado con la “inseguridad creciente”, asegurando que muchos barrios de Francia son “zonas sin ley; en realidad, zonas regidas por leyes distintas a las francesas”, en referencia a la sharía. Le Pen ha rechazado el pacto migratorio alcanzado por los Veintisiete tras años de negociación y ha pedido una reforma de Schengen, el espacio europeo sin fronteras, para que solo se permita la libre circulación de los nacionales europeos. “Cada país puede acoger a los inmigrantes que quiera, pero no puede imponerlos a las demás naciones”, ha alegado.
Le Pen ha hecho un guiño a Abascal al asegurar que Vox “encarna el movimiento patriótico español con el que sé que puedo contar para reactivar Europa”. En realidad, Le Pen y Abascal no militan en las mismas filas. Mientras la Agrupación Nacional de Le Pen lidera el grupo Identidad y Democracia (ID) en el Parlamento Europeo; Vox se sienta con los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), junto a los ultraconservadores polacos de Ley y Justicia y los Hermanos de Italia de Meloni. Por su parte, los eurodiputados de Fidesz, la formación del primer ministro húngaro, Viktor Orban, que ha mandado un mensaje grabado, se sientan con los no adscritos tras su salida del Partido Popular europeo. Finalmente, el partido ultra portugués Chega! aún no tiene escaños en el Parlamento de Estrasburgo, pero se da por sentado que los tendrá tras conseguir el 18% de los votos en las legislativas de marzo pasado. Su líder, André Ventura, ha reclamado “fronteras fuertes” frente a “la entrada masiva de inmigrantes islámicos y musulmanes”, porque “Europa es nuestra”.
El cónclave no se ha limitado a los partidos que concurren a las elecciones europeas. También han intervenido figuras del trumpismo, como Roger Severino, hijo de inmigrantes colombianos y vicepresidente de la Heritage Foundation, el think tank ultraconservador estadounidense. Severino ha hecho una cerrada defensa de la inocencia de Trump en el juicio por el pago a la exactriz porno Stormy Daniels para que silenciara su relación en la campaña electoral de 2016. “Trump volverá en pocos meses [a la Casa Blanca] para cumplir lo que empezó”, ha pronosticado.
Por la derecha latinoamericana ha hablado el líder del Partido Republicano chileno, José Antonio Kast, que en 2021 perdió las elecciones en segunda vuelta frente a Gabriel Boric, al que ha calificado de “travesti político” y cuya gestión, ha añadido, “solo está a la altura del nefasto gobierno de Salvador Allende”, derrocado en 1973 por el golpe de Estado de Pinochet.
Respaldo al Gobierno israelí
El mitin se ha convertido en un acto de respaldo al Gobierno israelí, cuando pasan de 35.000 los muertos en la ofensiva contra la franja de Gaza, una cifra cuya veracidad cuestiona Vox. El vicepresidente de la Heritage Foundation ha calificado de “vergüenza que los demócratas [estadounidenses] y la izquierda hayan abrazado a Hamás” y ha acusado a las universidades de su país de caer en una “antisemitismo desenfrenado”. Matt Schlapp, organizador de la Conferencia de Acción Conservadora (CPAC), el cónclave del ala más derechista del partido republicano, al que asistió Abascal en febrero pasado, ha concluido su intervención con un “¡Viva España! ¡Viva Estados Unidos! ¡Viva Israel!”.
Flanqueado por cuatro banderas israelíes ha intervenido Amichai Chikli, ministro para Asuntos de la Diáspora y Lucha contra el Antisemitismo del Gobierno Netanyahu, quien ya se reunió con Abascal cuando visitó Israel en diciembre pasado y le ha agradecido que entendiera que la ofensiva sobre Gaza “es una batalla por el futuro de la civilización occidental”. El dirigente del Likud ha acusado al presidente Pedro Sánchez de creer que “los palestinos tienen que ser recompensados por su masacre y hay que darles un Estado”; y ha asegurado que los manifestantes que se han movilizado en Estados Unidos y Europa contra la masacre de Gaza lo hacen “en favor del islamismo radical”. Abascal, por su parte, ha acusado a miembros del Gobierno de esparcir un “antisemitismo repugnante” y ha calificado a Israel de “vanguardia de la civilización frente a la barbarie”.
En contraste, solo uno de los oradores se ha referido a lo largo del acto a la guerra de Ucrania. La única voz que ha hablado contra la invasión rusa ha sido la del ex primer ministro polaco Mateusz Morawieck, quien ha intervenido por videoconferencia para alertar de que Putin es una “amenaza existencial” para Europa.
Arropado por sus invitados internacionales, Abascal ha cargado contra su rival electoral, el PP, al que ha calificado de “derechita cobarde y estafadora”, por manifestarse un día contra el Gobierno mientras “mendiga un pacto al siguiente”; y ha acusado a su líder, Alberto Núñez Feijóo, sin citarlo, de atacar a Vox para “esconder que socialistas y populares defienden lo mismo en Bruselas” y alientan una inmigración que supuestamente amenaza la identidad europea.
El acto ha comenzado con la intervención del exfuncionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, que pasó 532 días secuestrado por ETA y al que Vox saca a modo de tótem ante las grandes citas electorales, aunque no ocupa ningún cargo en el partido. De su boca han salido las únicas palabras de autocrítica velada, cuando ha dicho que Vox ha hecho muchas cosas bien, pero “algunas hemos hecho mal y tenemos que corregirlas, para que no vuelvan a suceder en el futuro”.
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