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Sánchez aprieta a EH Bildu para que condene a ETA pero no cuestiona los acuerdos en el Congreso | Elecciones en el País Vasco 21-A



La campaña vasca tensa las costuras de la relación entre el PSOE y Bildu, pero nada indica que vaya a romperlas. Los últimos días han servido para que todos los partidos aprovechen el hecho de que Pello Otxandiano, candidato de EH Bildu, se niega a llamar a ETA “banda terrorista”, para intentar frenar el ascenso de este grupo en las encuestas. Y también para que el PSE despeje cualquier duda que pudiera haber de la posibilidad de que fuera a gobernar con Bildu en Euskadi. En la cúpula del PSOE y del Gobierno lo tienen claro: no gobernarán con Bildu en esta comunidad, donde siguen apostando por el pacto con el PNV, pero tampoco van a renunciar a los imprescindibles cinco escaños de Bildu en el Congreso. Una cosa es rechazar la posición de Bildu sobre ETA y su historia criminal, y otra no negociar con ellos leyes sociales como la vivienda, la subida de las pensiones, del salario mínimo, explican los socialistas en público y en privado. Y así lo apuntó de forma rotunda Pedro Sánchez eset jueves desde Bruselas.

La situación es similar a la que se vivió en las elecciones municipales de 2023: Sánchez, desde la Casa Blanca, en Washington, justo después de reunirse con el presidente de EE UU, Joe Biden, reprochó con dureza a Bildu que hubiera colocado a siete terroristas con delitos de sangre en las listas municipales —algo que finalmente los abertzales rectificaron—, pero mantuvo la relación con este grupo para aprobar normas en el Congreso, contó con sus votos en la investidura e incluso les permitió gobernar en Pamplona con los votos del PSN, que sin embargo no entró en el Gobierno municipal. El salto de gobernar con Bildu aún parece lejano y episodios como el de esta semana lo retrasan aún más. De nuevo, como en 2023, y en plena campaña, Sánchez y su equipo vuelven a mostrar una evidente distancia con Bildu y exigen una rectificación, pero no llegan al punto que les exige el PP, esto es, la ruptura total.

Desde Bruselas, Sánchez fue muy claro a la hora de apretar a Bildu, especialmente a Sortu, el principal partido de la coalición —que deriva de Batasuna y donde están los dirigentes que nunca condenaron el terrorismo de ETA—, liderados por Arnaldo Otegi, para que rompa de una vez con ese pasado, condene el terrorismo y “llame a las cosas por su nombre”. Al presidente le preguntaron si eran suficientes las excusas de Otxandiano, que pidió perdón si había ofendido a las víctimas, pero sigue negándose a llamar a ETA “banda terrorista”. “Evidentemente no” contestó el presidente.

Sánchez, que ya tenía presión del PP, que está aprovechando esta polémica para recuperar la campaña de las elecciones municipales de 2023, en las que centró toda la estrategia en acorralar a los socialistas por sus pactos con Bildu, aprovechó la misma respuesta para criticar tanto a los abertzales como a los populares, recordándoles que José María Aznar llegó a llamar “movimiento de liberación nacional vasco” a la banda cuando estaba negociando con ellos desde La Moncloa. “A las cosas hay que llamarlas por su nombre, ETA no fue una banda armada, ni tampoco un movimiento de liberación nacional como dijo Aznar en su momento. Fue una banda terrorista derrotada por la democracia española”, arrancó el presidente, que también reivindicó la historia del PSOE precisamente como respuesta al PP. “Hace más de 10 años que ETA no existe. Fue derrotada gracias a la unidad de todas las fuerzas y del conjunto de las sociedad vasca y española con un acuerdo [el pacto antiterrorista] impulsado por cierto por un ex presidente del Gobierno, entonces jefe de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, y luego con él de presidente, con Alfredo Pérez Rubalcaba como ministro del Interior y con Patxi López como lehendakari, esa también es la contribución del PSOE”.

Mientras Sánchez cargaba contra Bildu, Zapatero valoraba la rectificación de Otxandiano. “Pedir perdón, reconocer el dolor y que faltan pasos por asumir es una rectificación necesaria y positiva. La paz debe ser lo más auténtica posible”, señalaba el expresidente a EL PAÍS. Zapatero ha sido siempre uno de los grandes defensores del acercamiento a Bildu y sobre todo de contar con sus votos para sacar adelante reformas. En una entrevista en EL PAÍS la semana pasada, señalaba que “el futuro dirá” si el PSE llega algún día a gobernar con Bildu, pero en cualquier caso “la democracia puede sentirse satisfecha consigo misma por haber derrotado a la violencia política y por haber permitido la participación de los que han cuestionado nuestra democracia”.

El mensaje de fondo que va calando, y que dejan estas elecciones vascas de forma clara, es que mientras Bildu no dé más pasos, y ni siquiera sea capaz de llamar a ETA banda terrorista, como se ha visto con Otxandiano, es muy difícil pensar en un gobierno conjunto con el PSE o con el PSN, no solo en las autonomías sino en los ayuntamientos. Fuentes de Bildu señalan que ese paso puede llegar en el futuro, pero en Sortu aún pesan los presos de ETA y el miedo a que se pudiera producir una escisión que hasta ahora se ha evitado, al contrario de lo que ha sucedido en otros procesos de final de la violencia.

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Pero esta distancia que marca el PSOE, y que reforzó Sánchez, no implica que no pueda haber acuerdos para sacar adelante votaciones o incluso, el salto más fuerte hasta ahora, que con los votos del PSN se permita que Bildu se haga con Pamplona. En este difícil equilibrio se mueve la estrategia dirigida desde La Moncloa. Desde Bruselas Sánchez trató de justificarla como algo que ya estaba fijado en la campaña de las elecciones de 2023, y por tanto sin engaños a nadie: “Ya lo dije el 23 de julio, nosotros para para aprobar la revaloración de las pensiones, o la subida del SMI, la gratuidad del transporte público, vamos a hablar con todas las formaciones políticas. Somos un gobierno de coalición formado por PSOE y Sumar, vamos al Congreso donde estamos en minoría y hablamos con todos salvo con Vox para acordar medidas que benefician a la mayoría del país”. La relación con Bildu, que dirige sobre todo Santos Cerdán, el secretario de organización, se mantiene igual, pero con esta dura llamada de atención en plena campaña para diferenciarse de posiciones inasumibles para el PSOE.

El lunes, cuando pasen las elecciones vascas, los números en el Congreso seguirán siendo los mismos. Y Bildu seguirá siendo imprescindible. Las fuentes de este grupo consultadas insisten en que la apuesta por apoyar a Sánchez es de fondo, sobre todo para sacar adelante medidas sociales y evitar un gobierno del PP y Vox, así que no se presumen cambios por ninguno de los dos lados.

Pero el PP y Vox sí han visto un espacio abierto para recuperar uno de los elementos centrales del ataque al PSOE, centrado alrededor del lema que triunfó en el mundo conservador en 2023: “¡Que te vote Txapote!”. Feijóo señaló en San Sebastián que “las políticas del PNV y el PSOE son una fábrica de votantes de Bildu”. Feijóo insistió en el “rechazo” del PP a que Bildu “esté en las instituciones mientras no tenga clara la diferencia entre los que matan y los que mueren”. El líder del PP cargó contra Sánchez, “el primer presidente que lo es con los votos de Bildu”. “Que el PSOE se ría del pueblo vasco e intente engañarle diciendo que hay que romper con Bildu cuando gracias a este partido tenemos a un presidente del Gobierno es una falta de respeto al pueblo vasco”, remató. El PSOE ha dejado ese campo abierto al PP con sus críticas a Bildu, pero en La Moncloa creen que tenían que dejar muy claras sus diferencias con algo tan duro para las víctimas como negar que ETA fue una banda terrorista. Las posiciones están fijadas, y todos conocen los límites. El lunes no se romperá nada. Pero Bildu ya sabe que no será tan fácil pasar página y mucho menos llegar al poder sin dar los pasos que todos los demás grupos le están exigiendo.

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